Oye, tú, lector tonto... lee esto que he escrito y rapidito, ¿eh?
Estaba tentada a escribir la palabra “idiota” en lugar de la de “tonto”, porque esta fue la palabra con la que me “autocalifiqué” en mi estado de Facebook que inspira este artículo, luego de aceptar la solicitud de amistad de alguien y recibir al poco rato el enésimo mensaje de spam. Y es que así es como creo que me ven aquellos spammers cansinos de Facebook, twitter, mi blog y demás lugares. Pero, primero empecemos por lo que da pie a este post.
Ya hace más de un año atrás toqué aquí mismo un artículo del spam en wattpad, aquel cáncer que espero que haya hecho reflexionar a más de uno. No obstante, al crecer la página, pues el spam no deseado se ha expandido también, cual pulpo con tentáculos negros provocando urticaria a más un ingenuo parroquiano wattpadense. Sin embargo, el spam en Facebook del cual vengo siendo víctima semanas atrás no se ciñe sólo a la página, y varios saibaimans —los cuales en su mayoría no son de Wattpad— quieren apoderarse de mi cuerpo y soltarme su spam al por mayor en un ataque extraterreste en una batalla sin equivalencia alguna (quienes hayan visto Dragon Ball Z, en especial la batalla donde el pobre Yamsha pierde la vida, sabrán a qué me refiero).
Demás está decir que aquel contacto que me envía una solicitud, luego le acepto, y al poco rato empieza a lanzarme ataques explosivos de mensajes privados, invitaciones para darle likes a sus páginas de Facebook, me añade a sus grupos de historias que me importan un comino, me etiqueta en sus post de textos o enlaces publicitarios que me importan nada, o me llena mi muro de simples enlaces, sin siquiera dignarse a entablar una charla (o feedback) para ver quién está detrás del seudónimo de Nozomi Koizumi y sus gustos literarios, se gana un rápido contra ataque mediante un Kame Hame Ha de mi parte (“Eliminar de mis amigos”).
Detesto que me salte a cada rato el teléfono con la notificación de “Fulanito hizo esto o aquello” y no sea algo de mi interés. Y empiezo a odiarlo cada vez más cuando no sólo es uno, sino ya algo endémico que se reproduce como un virus, cual horda de saibaimans que quieren afilar sus uñas a mi cuerpo para no soltarlo y luego hartarlo de spam cansino, que a veces raya lo irrespetuoso, de gente que se siente ofendida y te tachan de “pedante” o “egoísta” porque no haces caso a las decenas de solicitudes que te llegan semanalmente.
Si hay algo que he aprendido en estos casi tres años de escritura online es que un aspirante a escritor debe tener empatía. Cuando queremos plasmar en nuestras letras sobre personajes, ya sea inexistentes o no, debemos de ser capaces de transmitir al lector lo que aquéllos piensan y sienten. Esto se puede hacer de muchas formas, ya sea apelando a nuestros recuerdos (si hemos pasado por una situación parecida), ya sea observando a la gente de nuestro entorno que nos inspire para su descripción o ya sea siendo capaces de ponernos en los pies de seres humanos que nunca conocimos para plantearnos “¿Cómo reaccionaría Fulanito si sucediera esto o aquello?”. En base a cualquiera de estas tres premisas, creo que se podría crear personajes entrañables que hagan que el lector se sienta identificados con ellos o simplemente entiendan sus motivaciones, miedos y anhelos en nuestras historias.
Si un escritor carece de empatía para la perfilación de sus personajes, opino que esto se ve reflejado también en el día a día de sus acciones, por ejemplo, en el spam indeseado. Cuando alguien no es capaz de entender que detrás de una cuenta cualquiera hay un ser humano, con gustos literarios tan diversos, que puede coincidir o no con la historia que él quiere vender, sin siquiera preguntarse si recibirá de buena gana su publicidad, y sin haber entablado cierta relación con esa persona, pues me demuestra que de empatía sabe nada. Y ni me quiero imaginar si esta carencia será palpable en la historia que tanto me publicita.
Esto incluso lo puedo comprender en usuarios jóvenes e inexpertos (lo cual no equivale a aceptar sus acciones), pero no en escritores con sus buenos años encima, casados o con hijos, o con varios trabajos a cuestas. No, esto no lo tolero y hace que me sea más palpable que de respeto nada me demuestran hacia mí. Y es ahí cuando veo que me ven como un simple número más, total, qué más da para ellos, ¿sí?
Si tú, que me ahogas de tu spam no deseado, sólo me ves como una estadística más, para hacer otro copy paste de tu mensaje, no me demuestras respeto alguno, pues no esperes un trato mejor de mi parte. Es más, si voy más allá, creo que sólo me ves como una fría estadística más en tus contactos a spammear, o me ves como una lectora idiota que no tiene gustos literarios diversos y que puede interesarse como que no por tus historias, y/o encima exiges que te leen en tiempo récord. Sí, para ti soy una idiota y no me tienes respeto alguno. Y como tal, pues tampoco te ganas mi respeto, porque este debes ganártelo y con tus acciones pues dejas mucho que desear.
De este modo, al no tener mi respeto, pues te borro y/o bloqueo de mis contactos. Si lo he hecho anteriormente con escritores, muy leídos y otros no tanto, que van de snobs literarios, con un ego enorme o simplemente cansinos por temas diversos, pues ten por seguro que no me va a temblar la mano a darle clic al botoncito de “Eliminar” o "Bloquear". Y este contacto, con el cual podrías haber coincidido en alguna amena charla virtual, quizá alguna futura lectora si es que tu historia es del género que me interesa, o simplemente alguien más con el que ni fu ni fa, pues quizá te hubiera mantenido entre mis contactos. Pero como tú, spammer cansino, me tratas de idiota, pues te llevarás una respuesta equivalente a este trato.
No me gusta que me tomes de boba y menos me vengas con exigencias de lecturas en un tiempo breve, aunque para ti tu trato hacia mí se resuma en el título que inspira este post. Es como si vengas a invadir mi casa sin permiso y la llenes de tu spam, y para ello, pues te abro la puerta para que ya no la invadas más.
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